El Desgaste Fisico
Cortesia Pastor Pepe Zubieta
La Paz - Bolivia
Hoy vamos a hablar sobre el desgaste físico de la persona, algo inevitable que tarde o temprano nos va a llegar a todos y eso es cuando empezamos a sentir que como nuestras bisagras están llenas de sarro. Paulatinamente según van pasando los años nos vamos dando cuenta que algunas cosas ya no podemos hacerlas con la agilidad que antes lo hacíamos, empezamos a tener ciertos achaques, nos enojamos mas fácilmente, empezamos a perder la memoria, a caminar mas despacio y aunque no queramos aceptarlo, todo es a consecuencia de la edad. Creo que lo único que no envejece en muchos de nosotros y mas bien se robustece, es nuestra lengua, pues siempre he oído decir: “Ese viejo tiene una lengüita” también he oído decir: “Lo que es cuando esa viejita habla, no hay quién la pare” ¿Porque será eso no? Si nosotros los viejitos somos tan calladitos y tranquilitos que soportamos todo. Bueno mejor vayamos a las escrituras; abramos nuestra Biblia en el Salmo 71, este Salmo es una oración muy apropiada para los ancianos, para que podamos andar en sus caminos y creo que cada uno de nosotros deberíamos adquirirlo como guía de nuestras oraciones diarias para una buena vida espiritual. Voy a pedir que por favor alguno de la congregación pase al frente y lea este Salmo.
71:1 “En ti, oh Jehová, me he refugiado; No sea yo avergonzado jamás”.
Dice Eclesiastés o el libro del Predicador, cuando se refiere a las experiencias de la vida pasada que a veces son decepcionantes, que todo tiene su tiempo y todo tiene su hora: “Tiempo de nacer y tiempo de morir; tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar y tiempo de curar; tiempo de destruir y tiempo de edificar; Tiempo de llorar y tiempo de reír; tiempo de endechar y tiempo de bailar; tiempo de esparcir piedras y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar y tiempo de abstenerse de abrazar; tiempo de buscar y tiempo de perder; tiempo de guardar y tiempo de desechar; tiempo de romper y tiempo de coser; tiempo de callar y tiempo de hablar; tiempo de amar y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra y tiempo de paz. V.20 Todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo. Eclesiastés 3: 2-8, 20.
En cuál de estos tiempos estamos nosotros, yo creo que muchos de nosotros ya hemos pasado por varios de estos tiempos y tal vez algunos ahora estamos confrontando tiempos de llorar, por causa de nuestra soledad, o por la pérdida de algún ser amado o un familiar cercano; o por ahí estamos confrontado tiempos de curar, pero de curar nuestras heridas que son producto del pasado a consecuencia de nuestras experiencias amargas; o tal vez estamos en los tiempos de edificar, pero de edificar una vida nueva y espiritual porque ya es tiempo que cambiemos nuestra vieja forma de vivir, deshacernos de algunos malos hábitos que sin darnos cuenta nos conducen al pecado; es posible que para algunos sean tiempos de perder o renunciar algunas cosas que siempre hemos soñado tener y que no hemos podido obtenerlas porque ya estamos viejos.
Por ahí es tiempo de callar para que no nos digan viejito hablador. Pero de algo estamos todos seguros y eso es que del polvo hemos venido y que al polvo vamos a volver; para muchos de nosotros de solo pensar en eso nos llena de pánico y eso simplemente porque no estamos preparados para marchar a la presencia del Señor.
Por todas estas razones es que necesitamos buscar un refugio y ese refugio se llama Jesucristo. Piensen hermanos y hermanas como cambian los tiempos, cuando éramos niños y estábamos en llanto, corriendo buscábamos el regazo de la mamá o del papá para hallar refugio y consuelo. Cuando te casaste y te convertiste en padre o madre, eras tú quien servía de refugio, pues tus hijos venían a llorar y buscar refugio y consuelo en tu regazo. Ahora que eres mayor o talvez abuelo o abuela, esporádicamente vienen tus nietos a refugiarse en tu regazo, les das refugio momentáneo y de paso los malcrías.
Pero a estas alturas de nuestra vida ya no tenemos un regazo en el cual refugiarnos, aunque yo doy gracias a Dios porque en mis momentos de frustración aún puedo refugiarme en el regazo de mi esposa Amanda y derramar mis lágrimas y tengo la seguridad de que ella me va a consolar. Pero no todos tenemos esa oportunidad y realmente necesitamos tener un refugio que nos sirva de regazo y consuelo, especialmente en nuestros años de vida adulta. ¿Quién más podría ofrecerte ese refugio y esa paz que sobrepasa a todo entendimiento si no es nuestro Dios? Es por eso que te aliento a que tomes como tu oración diaria éste Salmo 71 que encierra un gran mensaje para cada uno de nosotros y podamos decir: “En ti OH Jehová, me he refugiado. No sea yo avergonzado jamás”.
71:2 Socórreme y líbrame en tu justicia; Inclina tu oído y sálvame.
71:3 Sé para mí una roca de refugio, adonde recurra yo continuamente. Tú has dado mandamiento para salvarme, Porque tú eres mi roca y mi fortaleza.
Que hermoso que tú le digas a tu Dios: Sé para mí una roca de refugio a donde recurra yo continuamente. Todos tenemos un lugar favorito donde nos gusta refugiarnos. Me recuerdo cuando mi padre aún estaba con vida, durante su vejez tenía dos lugares favoritos en su casa. Uno estaba en su balcón que daba a la calle, tenía ahí su silla y se sentaba a tomar el sol toda la mañana, hasta que era hora de almorzar; terminado su almuerzo, se iba a un pasillo lleno de ventanales que tenía y se sentaba ahí, hasta que el sol se ponga.
En la sala de mi casa, Amanda tiene su sillón favorito donde se sienta cada día a orar y leer su Biblia o algún otro libro, o simplemente a ver TV; Yo tengo mi sillón favorito en el mismo salón, donde también me siento a estudiar para preparar mis prédicas, o a leer mi periódico o también simplemente a ver TV y conversar con mi esposa. Estoy seguro que de la misma forma cada uno de ustedes tiene su lugar favorito en su casa.
Si se dan cuenta muchos de ustedes también tienen su lugar favorito en el templo, pues veo que se siguen sentando en el mismo lugar por varios años. No me mal interpreten, pues no estoy diciendo que eso esta mal, eso siempre ha sucedido desde los inicios de la iglesia, pues antiguamente habían algunas iglesias donde tenían una especie de baranda que apartaba el lugar donde se sentaba una familia determinada y nadie podía utilizar ese lugar, ya que tenían hasta su nombre grabado en las bancas pues las familias pagaban por ese espacio reservado.
Ahora si ustedes quieren, podríamos apartar para ustedes su lugar favorito en el templo y así nadie tomaría sus asientos; claro que sería a costo extra y con la falta le hace a la iglesia no estaría mal.
Bueno, regresando a lo que estábamos hablando nada más hermoso que acudir a nuestro Señor y hacer de Él nuestra fortaleza y refugio favorito, No confiemos en el refugio que nos ofrece el hombre porque es algo pasajero; en cambio el refugio que nos ofrece el Señor es eterno.
71:4 Dios mío, líbrame de la mano del impío, De la mano del perverso y violento.
71:5 Porque tú, oh Señor Jehová, eres mi esperanza, Seguridad mía desde mi juventud.
71:6 En ti he sido sustentado desde el vientre; De las entrañas de mi madre tú fuiste el que me sacó; De ti será siempre mi alabanza.¿En quien puede estar nuestra esperanza si no es en el Señor?, Él nos ha conocido desde el vientre de nuestra madre, Él es quién nos ha formado, Él es quién ha estado presente el momento de nuestro nacimiento. Él ha sido nuestro sustento y nuestra seguridad durante nuestra infancia y durante nuestra juventud; y que es lo que hemos hecho nosotros, en lugar de andar en sus caminos, nos hemos apartado para andar en nuestros placeres que a nada bueno nos han llevado sino al pecado.
Pero Dios es grande en misericordia y lento para la ira, por eso nos ha preservado la vida; porque siempre quiere darnos una oportunidad más. Y esa oportunidad nos las está dando hoy, para que doblemos rodilla ante Él y con gozo y seguridad podamos decirle: Tú Señor Jehová eres mi esperanza. De ti siempre será mi alabanza.
71:7 Como prodigio he sido a muchos, Y tú mi refugio fuerte.
71:8 Sea llena mi boca de tu alabanza, De tu gloria todo el día.
El Señor les ha dado a muchos de ustedes sabiduría de tal manera que para muchas personas han sido como prodigio para otras, por el discernimiento y sensatez para aconsejar sabiamente. Y el Señor quiere dar sabiduría a todo aquel que se lo pida, pero con un corazón completamente sincero y humilde como lo hizo el rey Salomón.
¿Recuerdan la historia? Cuando el Señor se le apareció a Salomón y le dijo: Pide lo que quieras que yo te dé. Salomón respondió: “Da, pues a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este pueblo tan grande? Y agradó delante del Señor que Salomón pidiese esto. Y le dijo Dios: Porque has demandado esto, y no pediste para ti muchos días, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus enemigos, sino que demandaste para ti inteligencia para oír juicio, he aquí lo he hecho conforme a tus palabras; he aquí que te he dado corazón sabio y entendido, tanto que no ha habido antes de ti otro como tú, ni después de ti se levantará otro como tú” 1 Reyes 3: 9-12
Yo creo que todos conocemos lo que posteriormente hizo Salomón cuando vinieron a Él esas dos mujeres que vivían juntas y que ambas dieron a luz casi simultáneamente, una noche mientras ellas dormían, una de ellas accidentalmente se echo sobre su bebé y lo asfixió y al darse cuenta de este fatal accidente, se levantó, tomo al niño muerto y lo cambio por el de la otra mujer. Cuando ésta se despertó, y vio que tenía al niño muerto, inmediatamente reconoció que ese no era su hijo y entró en disputa con la otra mujer. Una vez frente al rey y luego de escuchar los argumentos, el rey Salomón hizo traer al niño y ordenó que con una espada sea cortado en dos y se dé una mitad a cada mujer. Entonces la verdadera madre antes que ver a su hijo muerto decidió renunciar a él y dijo: no, no maten al niño, entréguenle a ella. Esa respuesta sirvió para que el Rey haga el juicio correcto y ordenó que el niño sea entregado a su verdadera madre. Esto repercutió entre las demás naciones y dio fama a Salomón.
Pero si seguimos viendo la historia de Salomón ¿creen ustedes que supo utilizar su sabiduría correctamente? Personalmente creo que para hacer lo que Salomón hizo se necesita ser demasiado inteligente o demasiado guapo, especialmente para conquistar a una mujer y él tuvo 700 mujeres y 300 concubinas, ¿será eso obrar con sabiduría? Creo que no, pues Salomón se inclinó ante los dioses de sus mujeres y no solo eso sino que les levantó altares.
Ahora con relación a nosotros ¿cómo estamos utilizando la sabiduría que nos ha dado Dios? Especialmente ahora que somos adultos y entrados en años. No creo que sigamos cometiendo los mismos errores que cometíamos en nuestra juventud, de otra manera estaríamos obrando con insensatez y falta de sabiduría. Como dice este verso 8, “que nuestra boca sea llena de su alabanza y de su gloria todo el día”. No solo cuando abrimos los ojos en la mañana o cuando nos estamos yendo a la cama en la noche, sino todo el día.
71:9 No me deseches en el tiempo de la vejez; Cuando mi fuerza se acabare, no me desampares.
Al leer este versículo notamos que el Salmista tenía temor a la vejez, es por eso que le dice al Señor: no me deseches en el tiempo de mi vejez ni me desampares cuando mis fuerzas se acaben. Amados hermanos, creo que de alguna manera todos tenemos temor de hacernos más viejos cada día, porque es inevitable que según pasa el tiempo vamos perdiendo nuestras fuerzas y nos empieza a invadir una incertidumbre de cómo vamos a confrontar esa situación. Si tienes esos temores, no te sientas mal, solo recuerda que para eso tienes al Señor como tu refugio y tu roca.
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