JULIO 15, 2009
Una pasión
LEA: Lucas 14:25-35
Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. —Lucas 14:26
Nechayev, un discípulo de Karl Marx del siglo XIX que participó en el asesinato del Zar Alejandro II, escribió: «El hombre revolucionario… no tiene intereses personales, asuntos comerciales, emociones, compromisos, propiedades ni nombre. Todo en él queda totalmente absorbido en el único pensamiento y la única pasión por la revolución». Aunque sus motivos y sus metas estaban errados, la declaración de Nechayev muestra la determinación del compromiso.
Jesús quería un verdadero compromiso por parte de Sus discípulos. En Lucas 14, leemos que grandes multitudes se Le unieron en Su viaje hacia Jerusalén (v.25). Tal vez estos seguidores ocasionales se consideraban Sus verdaderos discípulos, pero Jesús enseñó que seguirle implicaba más que simplemente sber cosas sobre Él. Explicó lo que realmente significaba ser Su discípulo cuando definió el costo del discipulado: Nada, ni el amor de un padre o una madre, o incluso nuestra propia vida, había de tener prioridad sobre la lealtad a Jesús (vv.26-33). Sus discípulos (entonces y ahora) deben reconocer que, si Dios ha de ser fundamental en sus vidas, las posesiones e incluso las relaciones sociales tienen que ser secundarias.
Jesús llama a Sus seguidores a vivir absorbidos por un pensamiento y una pasión únicos y exclusivos: Él.
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